sábado, 8 de febrero de 2014

Lectura de "Un sueño realizado", por César Aira.




     Un libro que lleva como título "Un sueño realizado" pudiera no contener en sus páginas las intuiciones clave que permiten dar el paso hacia una comprensión más amplia de la compleja maraña que es para una persona un acto tan aparentemente simple como el desear. Ir más lejos que la mera fantasía construida después de haber deseado de manera espontánea sería desplegar la realidad en su totalidad -acto que sólo la realidad misma puede hacer- y todos sus sorpresivos elementos -sería posible intentar un simulacro interpretativo, quizá Aira en sus experimentos literarios aspira a funcionar como el mediador y creador de una realidad para con sus personajes- que conspiran para impedir que se realice y concluya el deseo de manera pura. 
     Nos enteramos una vez más de que no hay nada puro en el universo, ni mucho menos en el universo Literario -donde se pudiera imaginar que el mundo de las ideas está libre de impurezas-, puesto que el libro que el escritor desea nunca es el libro que termina por escribir. En particular, esta novela de César Aira no contiene de una manera estructurada estas intuiciones, sino que el autor realiza con eficacia la tarea de la Literatura: denuncia la condena del ser humano a su inútil situación de opresor y al mismo tiempo oprimido -prácticamente por todos los ángulos imaginables- ,y , de paso, narra una historia individual desde la cual pudiera verse a través de ella, como del otro lado de un pequeño diamante, los reflejos de luz que ciegan e impiden ver la clara y coherente totalidad del otro lado: a pesar de su transparencia, la manera en que está cortado y su pureza no determinan su función como ventana; ahora bien, lo revelan como pseudoprisma capaz de mostrar desde un solo punto varias formas y quizá, con la suerte, hacer una combinación de interés en el acomodo del diamante contra las escenas que recibe el ojo. 





     Antes de continuar hago un paréntesis para aclarar que me rehuso enfáticamente a decir si acaso un libro es bueno o malo, si se gozó al leerlo o no, si acaso se lo recomienda. Toda lectura es un experimento, y como dice el final de este libro: "Y hay algo más grave todavía que la creencia: la opinión. Porque la calidad de bueno o malo de un programa de televisión, como de cualquier otra cosa, va en gusto. De modo que los resultados del experimento, en el remoto caso de que alguien se decidiera a hacerlo, siempre serán discutibles."




El hombre, al desear, se enfrenta con una serie inabordable de problemas. La frustración cíclica, resultado de la incapacidad para resolver estos problemas e incluso a veces tan solo identificarlos, saber qué son, cuál es el problema, da como resultado, en algunos casos, el dolor de cabeza.  Una interpretación está en poner el deseo como el origen del dolor de cabeza. Entre más se desea, más dolores de cabeza se va a tener. Cuando los deseos se realizan, el dolor quizá pudiera retroceder. ¿No pudiera interpretarse el inicio de la novela: "Como casi todos mis contemporáneos, sufro de dolores de cabeza, pero más seguido." como una denuncia clara que entre más se desea más seguido duele la cabeza al relacionarlo con esta breve declaración que aparece más adelante: "Yo ardo en deseos..."? Intentemos descifrarlo.
Contra una selva y con un machete, el hombre puede ir haciendo camino y quizá encontrar algo que está instaurado ya de antemano en su deseo, o un deseo que apareciera de pronto, mientras corta las plantas con el machete. En primera instancia, una serie inalcanzable de problemas y preguntas aparecen: ¿y si al dar el primer machetazo golpeo un panal de abejas y me atacan? ¿qué tal si fuera mejor no seguir adelante y la solución a todo sea permanecer aquí con el machete? ¿quiero verdaderamente adentrarme en la selva? ¿cuándo voy a llegar a donde quiero llegar? ¿no me quedaré sin fuerzas en algún momento? ¿será la piel en mi mano lo suficientemente fuerte como para continuar sin la aparición de ampollas y dolor? ¿qué animales salvajes pudieran atacarme? ¿con qué aliados cuento? etcétera. Como dije: una serie inalcanzable. La reacción más sencilla para el cuerpo y la mente ante esta serie inalcanzable de preguntas y respuestas -respuestas que se duplican y multiplican- es provocar un dolor de cabeza. Ahora bien, ¿tomar una aspirina y seguir adelante? ¿cuánto tiempo durará el efecto? ¿continuará el dolor de cabeza más adelante? Seguramente. El personaje de César Aira nos revela una manera para curarse del dolor de cabeza, pero no sabe si funciona porque no ha hecho ningún experimento para comprobarlo. Eso es lo de menos, ni Aira ni los lectores estamos buscando evidencias científicas al leer su novela: "La cura que inventé consiste en contarme una historia a mí mismo; en el pensamiento, no en voz alta. Con todos los detalles, del principio al fin, como si se contara a alguien atento e interesado en saber qué paso. No se me oculta que el único interesado soy yo, que además ya conozco la historia." 
Al leer la parte anterior, para darle continuidad y coherencia a lo que venimos escribiendo, parece que el personaje nos está revelando un secreto: si quieres no sufrir un dolor de cabeza, permanece en los deseos que ya conoces y sabes cómo satisfacer; y, en caso de salir más allá, cuéntate una historia nueva y no avances con el machete por la selva. Es decir: hombre, quédate en donde estás: avanza solamente con el pensamiento. "Debo decir que estos cuentos me los cuento también cuando no me duele la cabeza, y si lo hago es simplemente porque me gusta." Se vuelve evidente que el personaje de Aira ya se ha constituido como un ser que se conforma con lo que conoce, con lo que desea y con la manera solitaria -exclusivamente masturbatoria- en que satisface sus deseos. "De ´todo el mundo´ debo excluir a uno: a mí. A mi vida las historias no la conforman ni le dan una dirección ni la afectan en absoluto(salvo que realmente me curen el dolor de cabeza, efecto miserablemente insignificante, y del que dudo cada vez más). Porque a mí las historias no me suceden, yo sólo las cuento. ¡Y se las cuento a nadie!" / "las buenas historias, las de la sangre y la piel, las del amor o el trabajo o la memoria, quedan separadas de las mías por una alta barrera de hielo, insuperable."
"Desde mi rutina de conformista asegurada con mil cerrojos, me resulta increíble que alguna vez hayan entrado a mi encierro las mareas salvajes de la realidad." A pesar del intento/invento del personaje principal por aislarse en sus historias imaginadas para salvarse/curarse de los dolores de cabeza que le pudiera traer la realidad: es inevitable tener una historia. No estamos lanzados a la realidad en mente pura, sino con un cuerpo y sus circunstancias. Y esas circunstancias y ese cuerpo provocan historias, sí o sí. "Y sin embargo, yo también tuve historia. No es ningún mérito, porque todos la tienen(si hay algo en automático, es eso), pero que la haya tenido yo, yo el tímido, el cobarde, el hombre nada, el muerto al nacer..."
Pareciera que hemos descifrado en alguna medida el meollo de la historia que narra Aira. Lo que viene después, en el segundo capítulo, tiene también que ver con el deseo; pero con los deseos que no sabemos que deseamos. "Es parecido a cuando uno se pregunta cómo se las arreglarían antes, sin electricidad, sin agua corriente, sin autos, sin televisión: y se responde que los habitantes del pasado no sabían que esas cosas iban a existir, y entonces no las añoraban; estaban adaptados a lo que tenían, eran eso y nada más."
No quiero hacer pensar con mi posibles deducciones que Aira nos ofrece una novela cerebral en la cual se disecciona el deseo de la misma forma en que yo estoy haciéndole una autopsia improvisada a su obra. Nos cuenta, eso es lo que a él le interesa, contarnos y huir hacia adelante con su cuento. 
El protagonista es de un pueblo que el escritor nombra Coronel Rosado(Aira mismo viene de Coronel Pringles -no es difícil hacer la asociación: incluso la historia que nos está contando es una manera de permanecer y no salir a buscar cómo satisfacer sus nuevos deseos-), y es ahí donde ocurren más o menos los hechos, porque también viaja a Buenos Aires y oscila entre la gran ciudad y el pequeño pueblo. Una mente criminal no puede sino darnos consejos criminales: "Desde el punto de vista de la planificación, un hecho delictivo consiste en dos partes de igual importancia: el hecho en sí, y la evitación de sus consecuencias legales." Es a través del crimen, del infligir la ley, que este personaje -de quien no tenemos nombre- es capaz de dar pasos hacia adelante y balancear las ecuaciones cósmicas que le permiten cumplir uno o dos sueños, y retroceder tres o cuatro sueños para mantenerse a la raya, anterior al umbral de la realidad. La realidad misma, con la policía y el propio superyó del individuo, lo vuelven un inamovible en movimiento. Para hacer breve el relato, este tipo de Coronel Rosado se enamora durante su juventud de Florencia, quien hace su vida sin estas complicaciones narrativas y se casa con un hombre, luego con otro; y resulta ser que el segundo marido es el hijo de otro matrimonio del primer esposo. Este hombre, el segundo esposo, se llama Javes, abusa de las buenas intenciones de su mujer, de Florencia, quien con esmero y paciencia desea y empieza a ahorrar la suficiente plata como para comprarse una casa; pero Javes no la va a dejar. Él sabe que su esposa está ahorrando y sabe cuánto tiene, no es difícil hacer el cálculo con lo que gana, restándole lo que gasta en la compra de lo necesario para la comida y la casa. Javes, entonces, se autosecuestra una primera vez, y el rescate que pide es exactamente la cantidad que tiene Florencia ahorrada. Luego Florencia decide olvidarse de ahorrar para una casa, y opta por algo más modesto: los muebles de la casa. Una vez más, sin embargo, Javes se autosecuestra y a Florencia le piden un rescate, la cantidad exacta que lleva ahorrada. Esto es lo delata, para Florencia, que Javes se está autosecuestrando con la ayuda de algún amigo, quizá su mismo padre, el primer esposo de Florencia. Tenebroso pensamiento... 
Para el protagonista, los deseos que él tiene no llegan a un final satisfactorio porque él mismo no va en busca de satisfacerlos. Solamente espera a que de pronto estén realizados, así de la nada, sin él darse cuenta: "yo voy corriendo con la lengua afuera atrás de mi deseo, y no lo alcanzo nunca. No lo alcanzo no porque él corra más rápido sino porque tiene la habilidad sobrenatural de ponerse a mis espaldas a último momento, bajo la forma de deseo realizado(siempre sin hablar del contenido)."
"A veces tener un secreto puede ser una ventaja decisiva. Con él se puede evitar una catástrofe." El secreto del protagonista es su homosexualidad; sin embargo más tarde nos revela cuál es el motivo de su homosexualidad: es homosexual porque ha fracasado con todas las mujeres (en realidad fracasado al intentar cumplir cualquier deseo), siempre pensó que de manera automática se irían acomodando las cosas en su vida como para que él y una mujer de pronto estuvieran compartiendo la vida, mas como no pasó, lo que ocurrió fue que por no ir en busca de satisfacer su deseo, las demás personas y las circunstancias decidieron por él y de pronto se encuentra a sí mismo diciendo que es homosexual y en escenas de sexo homosexual que le causan repulsión.
"No teníamos nada que decirnos, no teníamos intereses comunes... Yo nunca he tenido intereses comunes con nadie, por eso me he aislado." De nuevo, un bloqueo más que se impone él mismo para no darle las vueltas a las cosas como habitualmente todos los seres humanos le dan. Él lo único que quiere es tener sexo con una mujer, pero no quiere pasar por el proceso de seducción, no quiere tener que decirle nada, no quiere realizar ningún esfuerzo. Así, estar de golpe ya teniendo sexo con una mujer sin ninguna clase de antecedente. Por ello mismo no se le cumple esa idea de que de pronto se iba a encontrar con una mujer, por lo menos en la juventud; porque a sus cincuenta años, cuando vuelve a encontrar a Florencia, no hace sino ir a preguntarle: ¿querés coger conmigo? Y como Florencia es ella y su circunstancia, y en su circunstancia no está su esposo porque se ha autosecuestrado por enésima vez, ella sencillamente y sin titubeos contesta que sí. El paso siguiente es que van instantáneamente a un hotelito y están teniendo sexo y él le dice: "Lo que digo no cuenta, si lo digo sólo es porque me gusta en el momento." El protagonista no quiere involucrarse, ni delatar su deseo. En todos los casos anteriores, decidían por él. "Salí deprimido al extremo. Casi angustiado. Una vez más había dejado que otros decidieran por mí."
El desarrollo de este personaje es el de la transición hacia afuera de la infancia. Hacia la conquista de su propia voz. La misma palabra "infante" viene de la combinación de dos partes: "in-" y "fante". En otras palabras que llevan el prefijo "in-" es posible entender qué significa. En la palabra "in-fame", por ejemplo, nos designa que no goza de buena fama. En "in-moral", que no carga con una moral. El "in-" se puede entender entonces como una falta de, una negación. ¿Qué le falta al "in-fante"? La voz. La palabra infante (del latín infantis, -el que no habla-) está compuesta por el prefijo "in-", de negación, y por el participio presente del verbo fāri: hablar. Así, pues, infante es el que no habla. Y sería indicado ir más lejos, porque no es que no hable, el infante repite lo que escucha, más bien no tiene voz respecto a lo que desea. No está en la intención de su voz buscar satisfacer sus deseos. Pareciera dividirse entonces la voz en dos nociones distintas: la voz en sí misma; y la voz que carga con la propia intención. La voz de la que carece el infante es precisamente esta última, la voz que carga con la propia intención, la que lleva alrededor de sí misma la capacidad de seducir para luego cumplir y satisfacer el deseo a través del a comunicación. Muchos tipos de crisis sólo tienen como instrumento de salida la comunicación. Es fundamental aprender a comunicar las inquietudes propias para no caer en la maraña del suspenso en historias imaginarias como lo hace el personaje de César Aira. No vayamos más lejos, el sueño mismo no tiene voz, se realiza de golpe y sin esfuerzo, tan sólo hay que dejarse llevar por el cansancio y el sueño mismo. El contrapeso a esto es la realidad, contra la cual hay que funcionar de manera activa, esforzarse y no dejarse llevar en una barca sobre un río como en un sueño. Quizá entonces aquí sea importante recordar los versos de Pedro Calderon de la Barca: "¿qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño: / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son." Mas se recuerda este verso para asumir que este verso es el pensamiento de un infante, alguien que no tiene voz y que permite en última instancia que decidan por él. El Rey, padre de Sigismundo en la obra de Calderón de la Barca, es quien decide por él. Ahora bien, para no caer en esta situación de infante, es indispensable madurar y llegar más bien a los versos de Federico García Lorca: "No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!" Esta asociación a la infancia no es azarosa ni de asociación libre, el mismo Aira la plantea en la novela: "Y a los niños no es cuestión de decirles que esperen a crecer, que tengan paciencia. Lo que quieren, lo quieren ya, y como es imposible, recurren a la magia de su fantasía, que para eso se las ha dado la Naturaleza."
De pronto la realización de un sueño queda como un acto ridículo, no como un acto deseable. Cuando en primera instancia se lee el título de la novela "Un sueño realizado", uno como lector se hace la ilusión de conocer qué deseo fue realizado, pero precisamente fue eso, un sueño, lo que se realizó. De la misma forma que cualquier sueño se realiza con tan sólo dormir. No hay nada de especial en eso. Se realizó lo que inevitablemente se iba a realizar, eso es el sueño realizado: lo inevitable, la falta de lucha -o la lucha imaginaria sin resultados en la realidad-. A cualquier verdadero deseo que se quiere cumplir satisfactoriamente se lo tiene que construir, se le tiene que dar pies y voz. 
Parte de la totalidad del poema "Ciudad sin sueño", de Federico García Lorca, se puede entender gracias a esto. El poema empieza diciendo: "No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. / No duerme nadie." ¿No está diciéndonos que en la ciudad todos tienen voz y nadie se detiene a alimentar sus fantasías de manera imaginaria? ¿No está diciéndonos que en la ciudad todos están activamente intentando cumplir sus deseos sin importar a quién dañen? ¿No nos está diciendo que los infantes, quienes son nuevos en la ciudad, serán ignorados, abusados y quedarán en el margen? ¡Claro! "No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. / No duerme nadie. / Pero si alguien cierra los ojos, / ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!" Los hijos son los hijos de la ciudad. Si alguien empieza a soñar, los hijos de la ciudad lo azotarán inevitablemente porque se encontraran activamente cumpliendo sus deseos. 
Florencia es el contrapeso del protagonista: "Como nadie le había dado nada, no se cruzaba de brazos esperando que lo hicieran y salía ella misma a buscarlo." La historia que Aira nos cuenta es la de la coincidencia de que el deseo de alguien como el personaje principal, quien viene encerrado en fantasías imaginarias, de pronto se le cumple porque la realidad misma contiene una circunstancia que se ajusta por mera suerte a su deseo. Algo que se cumple sin esfuerzo, el título bastaría: un sueño realizado. Es en ese momento de la vida de Florencia que no está pensando en "todo lo demás", y por ello accede a coger con él. "En la vida hay intereses generales y particulares. O mejor dicho: cuando hay un interés particular, todos los demás intereses se reúnen en un grupo de ´lo general´. Mi interés particular en este punto ha sido conseguir una mujer, llevarla a la cama. Eso deja fuera todo el resto (que es mucho), y ahí quizás está el punto. Es decir, mientras yo estoy pensando en el sexo, ellas están pensando en todo lo demás: en sus vidas, su trabajo, su familia, la casa, la ropa, etcétera. Y como lo particular y lo general nunca se tocan, resulta que hablamos dos lenguas distintas. Ellas no me entienden." / "Y sin embargo, Florencia sí me entendió." ¿Realmente entendió? No seamos ingenuos: un sueño realizado.
Hay un episodio bastante peculiar en un momento en el que el protagonista y Florencia están acostados en el hotelito descansando del sexo que han tenido. Este tipo de extravagancias no pueden faltar puesto que es un sueño -en la realidad- lo que está pasando: de pronto se cae el abanico de techo que estaba encendido a toda velocidad y con las aspas de metal le corta los cuatro pies a los dos. No hay que darle muchas vueltas. Le corta los pies a los dos, así de simple: chorros de sangre y los pies caen al suelo y ellos se quedan con unos muñones al extremo de sus piernas. Más allá de lo inverosímil de esto, está la explicación paradójica del asunto: pierden los pies. Los pies permiten caminar, son como la voz, un elemento más a adquirir en otra faceta, con intención para poder moverse hacia donde se quiere. La operación para restaurar los pies es bastante sencilla. Lo paradójico está en lo que narra después del incidente el protagonista: "Siempre le he dado la mayor importancia a la movilidad física. La clave de mi definición personal es mi capacidad de desplazarme, de irme a otro lado por mis propios medios. De modo que esto era más grave para mí que para otros. El amor me había herido donde más me dolía." Esto ya se abre a otras interpretaciones de las que no voy a hablar en esta lectura; pero de lo que sí voy a hablar va a ser de lo falso que es esto. Si acaso ahora le pudiera provocar un dolor de cabeza el hecho de no tener pies: ¿no pudiera contarse una historia para curarse? ¿Será que ahora que el deseo se realizó no hay vuelta atrás y finalmente se involucró? Esto es lo que parece insinuar con la fácil solución que da para situar los pies cortados a los personajes de nuevo en su lugar. Tan simple como que se los vuelven a pegar y aunque los sienten un poco raros, ya se quedan ahí como antes, sin ninguna clase de intervención médica o quirúrgica: la magia del sueño. De lo que no se dan cuenta es de lo siguiente: en la confusión, el protagonista se pone el pie izquierdo de Florencia en lugar del suyo; y a su vez le pone su pie izquierdo a Florencia. Ahora que ha pasado esto, aunque haya sido azarosamente: ya no camina solo. 
     Es después de la realización del deseo, que aunque es sueño, inicia una faceta distinta desde la cual dice: "Gente encadenada a lo inmediato, que nunca había advertido que lo inmediato es inútil." Es decir, para avanzar en la empresa de cumplir un deseo, hay que pensar y actuar más allá de lo inmediato. 


O.G.C.