Juan Villoro es un tipo muy alto, quizá mida los dos metros, a quien conocí primero con la distancia que impone una conferencia. Escuché con atención su discurso sobre la escritura, las razones que ha de darle a todos del por qué escribió su novela "El Testigo" y del gusto que le tiene al fútbol soccer.
Fue un tío quien organizó para que él hablase frente a esa audiencia, por ello tuve el privilegio de ser invitado a una cena con él. Sobre la mesa se me fue aclarando la historia de a quien yo llamo El Villano de la Villa de Oro. Nacido en México y educado en el colegio alemán, optó por dejar su país natal y radicar en España, donde actualmente vive con su mujer y una niña.
Es imperativo aclarar lo siguiente: Villoro sabe lo que hace y aprovecha el saberlo para seguir haciéndolo. Esto pudiéra sonar más nebuloso que aclaratorio; mas la claridad vendrá en un momento. La primera novela suya que leí fue "El Testigo", no por gusto, sino porque me parecía una falta de respeto hacia mi tío no leerla después de haberme considerado digno de estar presente allí y recibir la novela firmada por el mismísimo Villano.
No soy un lector que termine habitualmente satisfecho con la mera recorrida superficial sobre las letras; en mí el significado sigue bailando, gozo más de esa danza que de la lectura misma. El Testigo no me gustó; mas sí el baile que vino después, entiéndase baile también en su contexto de haber sido víctima de algo y no darse cuenta de ello hasta después. Mas mi gusto no es importante, como el gusto de nadie más. Ninguna literatura seria se hace con el objetivo de gustar. Y no me gustó por una razón específica: el personaje principal se decidía, al final de la obra, por ignorar el problema que al parecer debía enfrentar. En lugar de llevar a cabo una tarea ligada a su responsabilidad para con unos documentos, decide quemarlos para hacer borrón y cuenta nueva. Fue al terminar esta lectura que califiqué a Villoro de cobarde. Lo dije, sin pudor, al conversar con un amigo, quien reaccionó diciendo algo por la líneas de "no tiene por qué gustarte, no tiene por qué satisfacer tu deseo, y no tienes por qué asociarlo a la vida de Villoro". Coincidí con él hasta haber digerido sus palabras, luego de varios días; sin embargo, el adjetivo de cobarde no se disipó.
Durante la infancia en las escuelas, algunos niños parecen pedir a gritos ser molestados, golpeados, maldecidos. Eso lo pensaría un Bully cualquiera. ¿Elige el Bully a quién molestar o elige el molestado a su Bully? Una pregunta aparentemente tonta; mas, ¿qué pasa cuando el ser a quien acorrala el Bully(o Lector Crítico) desea ser criticado, molestado, maldecido? ¿no le daría cierta ventaja a ese ser saber que lo molestará? ¿no pudiera utilizar eso a su ventaja, como quien expone deliberadamente en un juego de ajedrez a su reina para luego hacer jaque-mate por otro lado? Villoro construye personajes que optan por no actuar e intentar resolver las problemas a corto o mediano plazo, sino que al ver el tamaño del problema dejan una huella y desaparecen con una niña(igual que el Villano de la Villa de Oro desapareció de México con su hija). A esto hago referencia cuando escribo: Villoro sabe lo que hace y aprovecha el saberlo para seguir haciéndolo.
En "Arrecife", volví a encontrarme con un protagonista que tiene una excusa(sobrevivir) para eludir sacrificarse por un ideal: la justicia, el bien. Nos encontramos incluso lo siguiente, textualmente de la novela: "Creía en las historias idiotas donde ganan los héroes."Refiriéndose a un personaje que intentó hacer algo en pos de un ideal.
Al esperar la crítica, Villoro se desliga de toda culpa. Antes de iniciar su proyecto de escritura, se hace la pregunta: ¿Qué quiero decir? La cual se responde a sí mismo y no comparte su respuesta, sino que la esconde y elabora un plan secreto para que al escribir, no sea él quien lo diga, sino el crítico o lector quien lo diga por él.
Como buen Villano, elige bien a su enemigo y actúa con un plan de batalla contra él. Villoro tiene una motivación mayor: "La ingenuidad puede ser muy dañina. Si no sabes lo que haces, luchar contra el desastre jode a todos." No está dispuesto a involucrarse directamente hasta no saber con certeza que el plan va a dar resultado, se sabe capaz de una gran ingenuidad; a su vez la resuelve. Al verlas todas de perder, actúa con estrategia, sobrevive y sigue contando. ¿Podemos hablar de contar sabiendo su fórmula? "En este país todas las proezas son secretas." Quizá sea más preciso sustituir el verbo escribir, en el caso de Villoro, por el de acto de valentía. Es a través de la cobardía que logra proyectarse, no en sí mismo, sino en los Otros, como valiente. Allí nos dice claramente que solo, lo único que puede hacer, es moverse a través de la cobardía; hace la pregunta, sin hacerla: ¿quién me acompaña? "Nuestro insomnio es generacional. Es mejor vivir de noche."
Para cerrar mi teoría sobre la fórmula de Villoro, dejo sus propias palabras para quien, luego de haber leído la novela, pueda entender mejor este mensaje: "A mí ya no me afecta; puedo ser su aliado en el fondo del mar." Entiéndase que, en la realidad, ese fondo del mar, es la guarida secreta del Villano de Oro: España. "¿Para qué sirven los extraditables? Para hacer denuncias desde lejos."
O.G.C.
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