martes, 27 de agosto de 2013

Lectura de "El Pequeño Monje Budista", por César Aira

   
"A nivel molecular, la luz es indisociable del color."

También a nivel molecular, un hombre es indisociable
del espectro que proyecta su luz y que en realidad no es sino el
compendio comprimido de átomos que lo mantienen como uno.
Un hombre, a fin de cuentas, es una proyección tridimensional.

     A César Aira podríamos hacerle una dedicatoria imaginaria y decirle: usted es el Woody Allen de la escritura; mas habría que especificar, ya que mi comparación hace alusión específicamente al modo casi mecánico de trabajar durante años sin parar. Woody Allen ha escrito 71 títulos, dirigido 49 películas, actuado en 44; es un hombre que no ha detenido su creación desde 1966. César Aira excede las 90 obras publicadas y probablemente no se detenga hasta la muerte; es un hombre que no ha detenido su creación desde 1975. 
     Hace alrededor de veinte obras terminó de escribir "El pequeño monje budista", en el  año 2005. Querría el pequeño monje prolongar su existencia más allá de Corea, su país natal, donde se esperaba que su futuro tuviese continuidad. Intentaría, más bien, realizar su sueño de conocer otros países y culturas, involucrarse especialmente con la cultura occidental, estudiando como primer paso durante las noches miles de datos históricos irrelevantes, memorizando eventos inconexos y ensanchando su conocimiento sobre la vida en Europa, en América. Tenía en ese anhelo de salir un proyecto de vida que lo entusiasmaba. "La gente práctica dice que los sueños no sirven para nada; pero no podrán negar que al menos sirven para soñar." Durante las noches no haría más que dedicarse a esta tarea, dividida en dos(la primera parte de ella era aprender sobre la cultura; la segunda desplazarse fuera de Corea). Su afán sería realizarse fuera, e incluso llegaría a pensar en el uso de su condición exótica de monje budista para asociarse con familias adineradas que pudiesen estar interesadas en el potencial de sus enseñanzas. 
     Aira no nos dice a cuál de las Coreas pertenece el pequeño monje -supongo que Corea del Sur-, tan pequeño que pudiera pasar desapercibido entre la muchedumbre por la cual caminaba en la ciudad. Tenía que dar cinco pasos para avanzar el equivalente a un paso de hombre de estatura promedio. Pudiéramos pensarlo del tamaño de un pitufo: altura de tres manzanas.


     Con un amplio y diverso conocimiento en filosofía, ciencia, literatura, fotografía(entre otros temas), pudiéramos decir que el trabajo de Aira no se reduce solamente a escribir, sino al romper con la expectativa que pudiera tener un lector -con todos los recursos a su disposición-: "Había que tomar en cuenta la fuerza del hábito, la formación ancestral de las expectativas; de eso se trataba: del lugar de las expectativas." Desafiar esa simple e inmediata reacción de la expectativa -no sabemos si natural o aprendida-, de imaginar al instante un camino que no conocemos al ver apenas dónde comienza. 
     Utilizando nombres en los títulos de sus obras con la capacidad de evocar imágenes muy concretas y definidas(en la medida de cada quien), nombres que dan una expectativa de lo que se leerá, Aira se encarga de quemar a fuego lento cualquier idea preconcebida en potencia de haber surgido. Títulos como "El volante", "El pequeño monje budista", " Los dos payasos", "La abeja", "Madre e hijo", "La fuente", "El mensajero", "El sueño", "La mendiga", "El congreso de literatura" provocan inmediatamente un soñar despierto, automático, en el lector. Se imaginan estampidas de historias o fragmentos de historias ya conocidas -mezcladas conforme cada individuo pueda mezclarlas-, narrativas capaces de abrirse a un amplio abanico de posibilidades; pero que la imaginación, por ser tan volátil, no encasilla, no sostiene y olvida al relámpago siguiente sonando y levantando la atención. Casi como otro de los personajes de esta breve novela: Napoleón Chirac(un francés que ha viajado a Corea con su esposa -Jacqueline Bloodymary- con el propósito de sacar unas fotografías que abarcan 360 grados y capturan espacios no ordinarios. "la idea era explorar espacios cargados culturalmente." / "exploraba el exotismo para desenmascarar su cotidianidad."), quien llega con una idea preconcebida de lo que verá, aprenderá y hará. No le es posible imaginar aquello más allá del horizonte de su capacidad imaginatoria. Esto es evidente; la problemática que se manifiesta es: ¿cómo se ha de lidiar con lo inmediatamente desconocido? ¿hemos de seguir empujándolo hacia lo desconocido? ¿o será mejor realizar un movimiento búmerang y volver a donde se empezó para hacer sentido del vuelo? El vuelo es capaz de hacer sentido en sí mismo, y sin embargo, en muchos casos optamos por volver a un centro conocido(a pesar de que la misma continuidad lo haga prácticamente imposible): ¿ilusorio? ¿a causa de qué? ¿ideología? ¿biología? "Pero no era contradictorio, o había que decir que el realismo lo era en sí. Las flores del limonero no son alimonadas. ¡Pero las hojas sí!" 


     Por un accidente aparente, el camino de Napoleón Chirac y Jacqueline Bloodymary se cruza con el del pequeño monje al momento en que, al salir del hotel, Jacqueline vocifera en francés algo de lo que el monje alcanza a distinguir el final: "alguien que hable francés". El monje se decide a responder, armándose de valor: "yo hablo francés". Se ofrece entonces para ser el guía de la pareja, con la esperanza de ser llevado a Europa al terminar el recorrido -no obstante calla este deseo; quiere exponerlo oportunamente- en busca de lugares cargados de cultura para fotografiar. Nos movemos junto con ellos por un tren entre las montañas coreanas, en el que ocurre algo bastante particular con unas brujas, porque deciden -después de tomar un café y platicar un poco- ir a buscar un templo budista para que Napoleón le haga unas fotografías.


     Siguiendo un poco el hilo del pensamiento -más un juego que algo serio- en el que César Aira, Enrique Vila-Matas, Juan Villoro y Roberto Bolaño poseen una relación que no conocemos(es decir, no sólo un diálogo entre sus libros, sino una intención) al leer este libro me doy cuenta, con una cita, de una posible solución al misterio: "¿Quién había dicho que trabajar era difícil? Bastaba con elegir bien el trabajo, y elegir el modo fácil de hacerlo." Los elementos a considerar son los siguientes: 

1) Vila-Matas, con "Bartleby y Compañía", populariza la creencia de que un escritor puede ser escritor sin escribir. 
2) El nombre de la novela "Los detectives salvajes" de Bolaño no habla en realidad de detectives, sino más bien de poetas que buscan a una poeta y no saben muy bien por qué. 
3) El tema de Villoro es el de actuar a través de la cobardía. 
4) El impulso de Villoro y Vila-Matas es uno solo: empujar al lector a pensar que debe seguir siendo lector, no reactor, no escritor, ser pasivo y volverse un loco inmóvil. 
5) El impulso de Roberto Bolaño es el de sugerir aventuras imposibles, aventuras que parecen posibles; mas incapaces de ocurrir a razón de una presión ideológica que se desliga de la posibilidad de aventura, machacando al aventurero, devolviéndolo a su casa, excluyéndolo o mostrándole lo rápido que se pueden poner feas las cosas. 
6) El impulso de Aira se aparece de pronto como el filtro único capaz de mezclar las pistas de los anteriores en un compendio muy amplio de obras para disolver todavía más la intención y dejarla ahí, en espera de ser descubierta por el lector. 

     Y si sí hay una relación entre ellos, ¿qué? ¿qué hacer con ese saber? ¿qué delata de ellos? Los imagino conversando, todavía jóvenes y contemplando sus posibilidades:

-¿Se dan cuenta ustedes de lo precario que es el escritor? -les diría Bolaño.- Casi todos los escritores de nuestra generación están convencidos de que son o serán geniales, que su obra se prolongará hacia la posteridad. Les he preguntado: nómbrame veinte del pasado, no lo pueden hacer. 
-Adjetivar de malo o bueno, en literatura, es una cuestión de gustos. Y el gusto es una cuestión de época. -diría Aira aburrido.
-Temo que estamos perdidos, seremos parte del torbellino de obras olvidadas; sin embargo me parece que podríamos hacer algo al respecto. -la voz de Villoro alegraría con optimismo a todos.
-Si queremos hacer algo será necesario hacerlo juntos. Es muy bien sabido que un solo canal de comunicación, o un solo escritor, es incapaz(en muchos casos) de sostenerse por sí mismo. La variedad tiene más fuerza en esta época. Podríamos aparentar una multiplicidad utilizándonos como vehículos de una sola cosmogonía. -y la reflexión de Vila-Matas encendería el motor, porque en ellos mismos estaba ya el combustible.
-Sería indispensable permanecer en un rol hasta la muerte. No salirse de él. Mostrarle al mundo que es posible tener un plan de vida y no solamente un intento vago e improvisado de la misma, un plan a corto plazo que no se extiende más allá de los cinco años, en donde pensar diez años a futuro suena casi utópico. -escucho decir a Bolaño.
-Personalmente, con la ley del continuo, yo ya estoy en ese juego de tomar un rol con mi vida, independientemente de lo que digamos o hagamos juntos o separados. -dice Aira.
-Bien, y ¿cómo haremos para dar las pistas? -pregunta un fantasma.
-Es fácil, mezclaremos nuestros impulsos y el lenguaje se encargará del resto. Los mismos lectores se verán inevitablemente contemplando un collage que hace sentido al verlo a distancia. -contestaría Vila-Matas.
-Yo puedo dar las pistas. Esa responsabilidad la puedo tomar yo. -diría Aira.

     Apenas terminé de leer "Yo era una chica moderna", de César Aira; a los pocos días agarré "Una novelita lumpen", de Bolaño. En "Una novelita lumpen", el personaje principal(Bianca) habla de una revista que se llama Donna Moderna, en la cual llena un cuestionario. Se hace ahí referencia a un título. Roberto Bolaño escribe termina esta novelita en el 2002. "Yo era una chica moderna" se termina en el 2004. Los tiempos de publicación están muy cercanos. La utilización de las palabras está muy estrechamente ligada, además de que está la pista de la traducción: una obligación más de Aira. La función ce Aira en el grupo de escritores puede revelarse como posterior a la obra de los otros. Primero publican ellos, luego Aira ha de leerlos y condensarlos, siguiendo la ley del continuo, la idea de romper con las expectativas y poniéndole el nudo al regalo que nos dan, que finalmente es una sugerencia con doble filo: no pienses. Si piensas vas a llegar a darte cuenta, a ver claramente una sola cosa: la claridad es intolerable. Recordemos las palabras de Bolaño en una entrevista: "el verdadero éxtasis quema." 

     Utilizando los recursos de Richard Feynman, podemos ahora decir que la hipótesis o el intento de adivinar lo que hacen está puesto, ahora sólo hace falta realizar experimentos para demostrar si es cierto o no. 
     La diferencia es que aquí no utilizamos el método científico puesto que no estamos lidiando con la Naturaleza, sino con algo que Carlos Fuentes describe como contra-natura: la escritura. Y él mismo se lo ha dicho a José Donoso en una llamada: "En América Latina no existen materiales tuyos o míos; no seas tonto. ¿No te das cuenta que estamos todos escribiendo distintas partes de la misma gran novela latinoamericana?" Y además es algo que le dice específicamente a un escritor chileno. Algo que inevitablemente tendrían que aprender los escritores venideros en América Latina. 
     ¿Y por qué introducir a Vila-Matas, un español? Porque alguien tiene que ver también las cosas desde lejos, poner la perspectiva distante porque los demás, por la misma cercanía son en cierta medida miopes. Igualmente Villoro, para lograr tener ese contacto cercano con Bolaño y Vila-Matas, se va de México a España también. No olvidemos que estos tres escritores crearon desde España. Cuando Bolaño escribe sobre las muertas de Juárez("2666"), lo hace desde España. Cuando Villoro escribe sobre el lavado de dinero en México("Arrecife"), lo hace desde España, específicamente Cataluña.


     Sé que hay una desviación respecto a la lectura de la breve obra de Aira, sin embargo en ella dice algo contra lo cual el grupo de escritores arremete indirectamente: "Daba lo mismo que hubieran entendido o no, porque lo aprobaban todo por igual." La idea es que el lector, la población en general, con su tendencia(y la sugerencia que ellos dan) a no pensar("Las nuevas generaciones, alimentadas a televisión"), ya no actuará, sino que se volverá pasiva en su totalidad. Cualquier Presidente de cualquier País podrá anunciar en cualquier momento cualquier cosa que se realizará, por desproporcionada que parezca, y nadie pensará ni hará nada contra ello, pase lo que pase, sienta lo que sienta, porque ya habrá sido derrotado de antemano. Hay que hacerse entonces las preguntas centrales de "El pequeño monje budista": ¿Se es una entidad tridimensional prefabricada? ¿un mero producto capitalista ya programado de antemano para llevar a cabo una función -incapaz de salirse del camino que ha sido programado-? Y a pesar del énfasis, lo único que se oyen son los grillos: "Daba lo mismo que hubieran entendido o no, porque lo aprobaban todo por igual." / "en vez de apremiar, el tiempo se plegaba, magnánimo, a todas las interrupciones." Vale la pena destacar que este modo de actuar en la escritura ya no coincide en absoluto con el boom latinomericano, que se puede empezar a delinear la frontera de lo que está ocurriendo en la Literatura al día de hoy, ya sin el realismo mágico y la noción ingenua y además patética de que la lectura ensancha la inteligencia.


     Durante todo un día, Napoleón Chirac y Jacqueline Bloodymary serán guiados por el pequeño monje budista, quien anhela irse a Occidente a desorientarse(entiéndase que desea desorientarse porque viene de oriente), disolverse en la globalización: "la globalización, que en la actualidad había hecho de todas las civilizaciones una sola. En el seno de esta cultura unificada sobrevivían, reponiendo el exotismo extinto, diferencias de niveles, por ejemplo, entre niños y adultos, o entre lo popular y lo culto. Aunque todo indicaba que estas alternativas eran una y la misma, con los niños, lo popular y lo humorístico por un lado, y por el otro lo adulto y culto y serio." Un espacio-tiempo en el cual ya no es posible existir con una cultura independiente, en donde inevitablemente alguien se va inmiscuir en tus asuntos, y de no comprenderlos los racionalizará, desintegrará en partes a través del método de Descartes con el fin de mezclarlo en la mismísima nada. La obra de Aira se presenta quizá como un ataque contra la globalización, aparece como un país -con personajes extremos, con sus peculiaridades y su original cosmogonía- al que compramos un boleto para ir a visitar y no es posible saber qué va a ocurrir una vez ahí, a pesar de las expectativas occidentales que pudiéramos tener(nuestros amigos no nos mandan postales desde los libros que leen) : "la idea convencional o prejuicio de un extranjero no tiene por qué coincidir con la realidad y en general no lo hace." 
     Llegarán al templo budista en donde Napoleón Chirac, fotógrafo, quien ha elegido con el clic dejar que una máquina haga el trabajo por él de manera instantánea -se proyecta la pasividad nuevamente-, y Jacqueline le contará al pequeño monje cuán infeliz se siente con su matrimonio. "en el tramo de Historia que a él le había tocado vivir todo apuntaba a lo fugaz. Las nuevas generaciones, alimentadas a televisión, no estaban acumulando tiempo, y sin una reserva de tiempo el arte no existía. Sus fotos necesitarían muchos años para `madurar` y rodearse de ese halo de mundo perdido que hace valiosa una obra. Y para entonces, si las cosas seguían así, el gusto del público ya estaría fatalmente degenerado." Jacqueline le confiesa, con lágrimas en los ojos al pequeño monje, cómo se siente; pero es irrelevante, porque hace falta la acción. Jacqueline decide permanecer en su situación(punto). El monje le dice algo entonces sobre lo que se dice y no se dice: "El lenguaje articulado era insustituible. Lo que no se decía con palabras y con frases bien construidas, no se decía." / "La materia lingüística no era secundaria a los sentimientos o a la ´expresión´; al contrario, era primordial, todo empezaba y terminaba en ella."
     En el templo, de pronto aparece una patrulla que viene de la embajada francesa. Inmediatamente rescatan a Napoleón Chirac y a Jacqueline Bloodymary del hechizo en el cual habían entrado. Se les revela la verdad: el pequeño monje budista era en realidad un espectro tridimensional, un producto coreano que se había hecho para entablar relaciones con los humanos, y se lo había programado con un vasto conocimiento sobre la cultura occidental, puesto que "Los creadores del Show del Pequeño Monje Budista habían pensado el producto para la exportación, sin la cual no era económicamente viable."

"un camino de mil leguas empieza con un paso."

O.G.C.

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